La neuroeducación en los currículos educativos actuales

La neuroeducación en los currículos actuales

La neuroeducación es una disciplina que aplica conocimientos sobre el funcionamiento del cerebro al diseño y la práctica de procesos educativos. Su propósito principal es optimizar el aprendizaje y la enseñanza basándose en evidencia científica acerca de cómo el cerebro procesa, almacena y recupera información.

Este campo interdisciplinario surgió, a finales del siglo XX y principios del siglo XXI, de la integración de tres áreas: la neurociencia, la psicología y la pedagogía. La neuroeducación se centra en aprovechar el conocimiento sobre el cerebro para mejorar la calidad y efectividad de los procesos de enseñanza y aprendizaje, convirtiéndose en un recurso esencial para la formación docente.

Los nuevos currículos no son ajenos a los postulados de esta nueva ciencia y resulta interesante conocer cómo los principios fundamentales de la neuroeducación se relacionan con la normativa curricular. Esto nos permite comprender el origen de enfoques recientes y prácticas innovadoras presentes en los documentos oficiales:

Neuroplasticidad

El cerebro tiene la capacidad de cambiar y adaptarse en respuesta a la experiencia, lo que se conoce como neuroplasticidad. Este concepto es clave en la neuroeducación, ya que el aprendizaje se entiende como un proceso que literalmente modifica la estructura del cerebro, creando nuevas conexiones neuronales y reforzando las existentes. Esto implica que nunca es demasiado tarde para aprender, ya que el cerebro puede seguir cambiando a lo largo de la vida.

Por ello, el actual sistema educativo tiene como principio básico propiciar la educación permanente. A tal efecto, prepara a los alumnos para aprender por sí mismos y facilita a las personas adultas su incorporación a las distintas enseñanzas, favoreciendo la conciliación del aprendizaje con otras responsabilidades y actividades.

Importancia de las emociones en el aprendizaje

Las emociones juegan un papel fundamental en el proceso de aprendizaje. Estudios neurocientíficos han demostrado que el aprendizaje se consolida mejor cuando está asociado con experiencias emocionales. Las emociones positivas, como la curiosidad o la motivación, activan la liberación de neurotransmisores como la dopamina, que favorecen la atención, la memoria y la retención de conocimientos. Por el contrario, emociones negativas como el estrés o el miedo pueden inhibir el aprendizaje al liberar cortisol, lo que bloquea la capacidad del cerebro para retener información.

Los actuales currículos promueven un clima del aula de respeto, de tolerancia, de participación, de libertad, de aceptación mutua y cooperación, lejos de los antiguos sistemas autoritarios. Asimismo, la inclusión de las nuevas Situaciones de aprendizaje —vinculadas a experiencias concretas, emociones o situaciones significativas— favorece el aprendizaje significativo ya que el cerebro establece una red de conexiones más amplia, que abarca no solo los conceptos en sí, sino también el entorno en el que fueron aprendidos.

Aprendizaje multisensorial

El cerebro procesa mejor la información cuando se estimulan múltiples sentidos al mismo tiempo. La neuroeducación subraya la importancia de utilizar métodos multisensoriales para enseñar, ya que esto facilita la creación de redes neuronales más complejas y mejora la retención del aprendizaje. Por ejemplo, el uso de imágenes, sonidos y actividades físicas integradas en el aula permite que el cerebro almacene la información de manera más efectiva.

Este principio avala científicamente el enfoque del Diseño Universal del Aprendizaje, incorporado en la última reforma educativa.

El aprendizaje social

El cerebro es un órgano altamente social. Las interacciones con los demás, tanto con pares como con adultos, estimulan el desarrollo de habilidades cognitivas y emocionales. La neuroeducación enfatiza el aprendizaje colaborativo, ya que se ha demostrado que los estudiantes aprenden mejor cuando interactúan con otros y participan en discusiones o actividades en grupo.

Los currículos actuales apuestan por el aprendizaje colaborativo como una de las metodologías más completas para el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Aprendizaje significativo y contextualizado

La neuroeducación sostiene que el aprendizaje es más eficaz cuando está contextualizado y relacionado con la vida cotidiana. El cerebro retiene mejor la información cuando puede vincularla a experiencias previas y cuando la nueva información tiene un propósito claro o una aplicación práctica.

Este principio refuerza la idea de que los conceptos deben enseñarse de manera transversal, conectando diferentes disciplinas y contextos. Sería también el aval científico del aprendizaje mediante situaciones de aprendizaje, contextualizadas en la vida e intereses del alumnado.

Atención a la individualidad del aprendizaje

Cada cerebro es diferente y, por lo tanto, los ritmos y estilos de aprendizaje también lo son. La neuroeducación promueve la personalización del aprendizaje, adaptando las estrategias pedagógicas a las necesidades individuales de los estudiantes. Reconoce que algunos estudiantes necesitan más tiempo o diferentes enfoques para comprender ciertos conceptos, y que no todos aprenden de la misma manera.

De ahí que la normativa de educación incida en la atención al alumnado en la personalización de la enseñanza.

Aprendizaje activo y participativo

El aprendizaje pasivo, como la mera memorización de información, no es tan eficaz como el aprendizaje activo. La neuroeducación aboga por estrategias de enseñanza que involucren a los estudiantes de manera activa, permitiéndoles explorar, experimentar y resolver problemas, ya que esto estimula más áreas del cerebro y favorece una mayor comprensión y retención del conocimiento.

Este principio avala el aprendizaje mediante competencias, donde se apliquen los conocimientos adquiridos. Estudios neurocientíficos muestran que el cerebro prefiere el aprendizaje competencial. La neurociencia educativa ha demostrado que el cerebro humano está más predispuesto a aprender cuando la información tiene un propósito concreto y se puede aplicar para realizar una tarea o alcanzar un objetivo.

Para concluir se puede decir que la neuroeducación ofrece una base científica sólida para transformar la educación, conectando principios del funcionamiento cerebral con las prácticas pedagógicas actuales. Los currículos vigentes reflejan su influencia mediante enfoques centrados en el aprendizaje significativo, contextualizado, multisensorial y colaborativo, promoviendo la personalización y la participación activa del alumnado. Estos principios no solo mejoran la calidad educativa, sino que también preparan a los estudiantes para enfrentarse a los desafíos del siglo XXI, integrando habilidades emocionales, sociales y prácticas en su formación. La neuroeducación, por tanto, se consolida como un pilar esencial en el diseño de un sistema educativo inclusivo y eficaz.